Cuentos y recopiladores
Periquillo (recopilador: Gerardo Fernández San Emeterio)
Pues había una vez un niño que se llamaba Periquillo, que tenía una hermana que se llamaba Mariquilla, y su madre se murió y su padre se volvió a casar. Y un día dijo su padre: “quiero comer estofado”. Y la madrastra, cuando el padre se había ido, mató a Periquillo y le dijo a la hermana: "tú no digas nada, que te mato a ti también". Y la mandó a sacar agua del pozo. Y Mariquilla se sentó al borde del pozo y se puso a llorar, y pasó por allí una viejecita, que era la Virgen, y le dijo:
―Niña, ¿por qué lloras?
―Porque mi madrastra ha matado a mi hermano para hacer un estofado y si lo cuento, me mata a mí también.
Y la viejecita le dijo:
―Mira, tú no te preocupes: tú no te comas la carne, nada más que pon los huesecitos a un lado y, cuando termines de comer, los echas al pozo y tiras de la cuerda para arriba.
Y así lo hizo: fue poniendo los huesecitos al lado del plato y, después de comer, los echó al pozo. Tiró después de la cuerda y salió Periquillo con dos cestas llenas de caramelos. Y dijo la madrastra:
―Periquillo, Periquillo, ¿me das?
―No, porque me mataste y me comiste.
Y dijo el padre:
―Periquillo, Periquillo, ¿me das?
―No, porque no me mataste, pero me comiste.
Y dijo Mariquilla:
―Y a mí, ¿me das?
―A ti, sí, porque ni me mataste, ni me comiste.
Y echaron a la madrastra y se acabó.