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Cuentos y recopiladores

La novia de caramelo (cuento palestino)

-Era, ¡y cuántas veces fue! ¡Eh los que me oís hablar! ¿a dormir o a contar?

-¡A contar!

-¡Proclamad la unidad de Dios!

-¡No hay más dios que Dios!

 

Había un rey que siempre que se casaba con una muchacha, la noche de boda le cortaba la cabeza. Y siguió así por mucho tiempo y les cortó la cabeza a muchísimas jóvenes.

​

            Había en el país una muchacha muy hermosa e inteligente que había oído hablar de lo que hacía el rey y dijo: “Este rey es injusto. Tengo que casarme con él para poder vencerlo”. El rey también había oído hablar de la belleza de la muchacha. Así que mandó pedir su mano y el destino se cumplió.

 

            La gente empezó a sentir pena por esta muchacha tan joven porque el rey le iba a cortar la cabeza en la noche de bodas. Pero la novia había preparado un plan. Así que mandó a buscar al pastelero y le dijo:

 

            -Quiero que me hagas una muñeca de caramelo que tenga la misma medida y forma que yo. Y quiero que me la traigas aquí en secreto, sin que nadie se entere.

 

            Cuando la novia se fue de la casa de su padre al palacio del rey, se llevó con ella la muñeca de caramelo. Se vistió con el vestido de la boda y vistió a la muñeca de caramelo con un vestido igual que el de ella. Luego la puso de pie, le ató un hilo al cuello, lo cogió de una punta y se escondió detrás del arco de la cama. Cuando llegó el novio a la habitación, se puso delante de la muñeca de caramelo, y como creía que era la novia de verdad, empezó a hablar con ella. Y cada vez que el rey le hablaba, la novia verdadera tiraba del hilo y cada vez que tiraba del hilo, la muñeca de caramelo decía que no con la cabeza.

 

            Y el rey siguió hablando, la novia tirando del hilo y la muñeca de caramelo diciendo que no con la cabeza. Hasta que el rey se enfadó muchísimo con ella, desenvainó la espada y le cortó la cabeza. Y con la fuerza del golpe, un trozo de caramelo salió disparado y fue a parar a su boca. Y cuando el rey probó el dulce, empezó a golpearse el pecho y dijo:

 

            -¡Si es tan dulce muerta! ¿Cómo sería de dulce estando viva?

 

            Cuando la novia verdadera lo oyó, salió de detrás de la cama, se puso enfrente de él, y dijo:

 

            -Yo soy la novia verdadera, ¡oh, rey del tiempo!

 

            Y el rey le dijo:

 

            -¡Gracias a Dios que no te he matado y te has librado gracias a tu plan!

 

            Y vivieron tranquilos y contentos e hijos e hijas tuvieron.

             

(La novia de caramelo, Rabadán, op.cit., pp. 161-162. Y en García Carcedo 2022)

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